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Instalados en la desidia

  • Del "¡presidente, presidente!" al "¡Alfonso, vete ya!" en apenas tres años y medio, los mismos que el equipo y la entidad van cuesta abajo sin frenos

Alfonso García presenta claros síntomas de cansancio y agotamiento en sus últimos años de gestión.

Alfonso García presenta claros síntomas de cansancio y agotamiento en sus últimos años de gestión. / rafael gonzález

Alfonso García debe meditar muy seriamente lo de cambiar la sede social de su empresa de Águilas a Almería al menos durante un mes, este mes de enero que puede resultar mortal de necesidad para el futuro de su SAD dependiendo de que se acierte o no en la recién abierta ventana invernal de fichajes.

Atrás quedaron los días de vino y rosas. Los vítores de ¡presidente, presidente! en verano de 2013 con el último ascenso de la mano de Javi Gracia, se transformaron frente al Getafe en gritos de ¡Alfonso, vete ya! por parte de un sector nada insignificante del Mediterráneo, harto de ver a su equipo deambular sin pena ni gloria por la cacareada LFP.

Cuán ingrato es el fútbol, debió pensar el máximo accionista rojiblanco al término del choque frente a los de Bordalás. Un día estás en la cima y al siguiente, en la sima. Que pregunten por Valencia a su homólogo Peter Lim si no (ambos son dueños de la sociedad). Otro maldito balón parado y 2017 arranca como terminó 2016, perdiendo, y en casa.

Se quejó amargamente el empresario murciano, lanzando avisos a navegantes. Vino a decir que lo de encajar tantos goles a pelota quieta era para hacérselo mirar, en clara alusión al cuerpo técnico y, concretando más, habló de 'tranquilidad relativa' para el entrenador.

No miente Alfonso cuando lo relativiza todo porque si Fernando Soriano no ha sido botado ya del banquillo es sencillamente porque la billetera no da más de sí y en el mercado no hay técnico más barato. El maño se prestó a salvar una debacle el curso pasado y había que tener un guiño con él. Su falta de experiencia la suplía con un caché por debajo del mercado, pero el equipo confeccionado a su gusto en verano dentro de las lógicas limitaciones no carbura y la cadena suele romperse por el eslabón más débil. Los gritos al palco son el funesto preludio de la destitución. Un cese que si no se ha producido ya es porque la entidad necesita antes aligerar peso económico en las fichas del personal. Aquello de antes de entrar, dejen salir.

Chuli es la madre del cordero. El salario del onubense es un pesado lastre y de su salida dependen en gran medida los refuerzos que puedan llegar. De otro modo no se explica que un equipo tan necesitado de auxilio deportivo haya quemado ya una semana de mercado sin contratación alguna.

El verbo 'planificar' no se conjuga desde hace tiempo. El plantel acumula tres años y medio en franca decadencia, en plena debacle deportiva (por fortuna todavía no social porque los aficionados siguen respondiendo a las duras y a las maduras) y nadie parece dispuesto a remediarlo.

Lo que aconteció en verano ya fue sintomático. Soriano quería a Martín González como director deportivo, quien prefirió los euros frescos de Slim en el Oviedo, y el puesto quedó desierto. En su lugar se retomó la Comisión Deportiva, un ente sin la jerarquía ni la autonomía necesaria para abordar los fichajes que realmente necesita el equipo.

Nadie en su sano juicio se explica que con seis mediocentros ninguno actúe de motor generador de juego en la media y desde dentro se niegue la mayor. Permanecer con la venda en los ojos resulta más fácil y cómodo. Tan inexplicable como empeñarse en mantener a Diamanka en el once y mandar a Azeez a la grada.

El pasado verano Soriano intentó formar un buen equipo de trabajo a su lado con gente de confianza. Tocó a Ramos, segundo de Francisco, y éste le espetó que seguía fiel al almeriense y le parecía fuera de lugar la proposición. A cambio, y a fuerza de ofrecerse, llegó el malagueño Juanito. Ahora que Soriano está sancionado se ve en el tiro de cámara, pero poco más que eso, ya que a nivel táctico el paleño está aportando más bien poco.

La zaga no parece nada trabajada en la defensa de las acciones a balón parado. Si no funciona el marcaje zonal, se prueba con el marcaje al hombre y, si no, se intenta con el mixto, pero el Almería sigue encajando a balón parado y ya es el hazmerreír de la categoría. Qué lejos quedan los tiempos de Carcedo y el sentido de un verdadero segundo de a bordo en contraposición del genuflexo 'sí, bwana'.

Envergadura lo llama ahora el presidente. Dice que hay que fichar jugadores de envergadura. ¿Acaso no la tienen Joaquín, Morcillo, Vélez o Juanjo? Hay que fichar calidad y para eso hace falta rascarse el bolsillo o echarle imaginación. Son ya tres años y medio de fútbol abyecto, de inmovilismo, de desidia palpable en la gestión del día a día, con la Segunda B al final del camino...

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